Generación de trofeo, pero de cristal.

Padre, madre de familia te transcribo las palabras de Jesús Amaya, en un artículo publicado en el periódico el Norte, creo que es de importancia que lo tomes en cuenta.

GENERACIÓN DE TROFEO, PERO DE CRISTAL.

   Esta semana al finalizar una clase con mis alumnos observé que una de ellas no salió, se quedó sentada en su escritorio. Supuse que quería hablar conmigo.

   Al acercarme empezó a llorar desconsoladamente y pensé que algo muy grave había pasado y le pregunté: "¿Te pasa algo?, ¿te puedo ayudar?". Y ella en su llanto me dijo: "¡Maestro, ya no quiero estudiar! ¡Quiero dejar la universidad!. Le pregunté por qué y me contestó: "Una compañera me dijo que preguntaba mucho en clase y que ya no lo hiciera".

   Le dije que eso no era razón para abandonar su proyecto y sentido de vida. Le expliqué que la vida está llena de piedras y obstáculos que la harán tropezar, pero no debe ser causa para rendirse.

   Esta misma semana otra a alumna del séptimo semestre se me acercó y me dijo que también quería dejar su carrera: "Maestro, es que hay dos materias que no me gustan. Están difíciles y las estoy reprobando": Y el mismo cuestionamiento fue para ella. 

   Nos enfrentamos a una generación trofeo, pero de cristal. Los papás y la sociedad somos la causa de crear muchachos muy frágiles y débiles que con un pequeño viento adverso se quiebran y son incapaces de seguir adelante.

   En su libro Nation of the Wimps (Una Nación de Niños Llorones o Frágiles), Tara Estroff Marano afirma que la sobreprotección y de inflar el ego a los niños son causa de su vulnerabilidad y de flaqueza. 

   Es una generación de chicos que jamás se han tropezado y menos caído en su vida porque los papás estamos quitando toda piedra y rellenando los pozos para que no caigan. Pero el problema es que nunca estaremos limpiando o aplanando su camino y cuando tengan una pequeña caída jamás podrán levantarse.

   Observo con mucha preocupación papás que exigen a los maestros que cambien a sus hijos de salón de clases porque sus amigos están en el otro o hacen el grupito de amigos de su hijo para quitarle el estrés de hacer amigos o evitarle la frustración de ser excluido o hacen un grupo de mamás de WhastApp para resolver tareas del salón y quitar la responsabilidad a sus hijos.

   La autoestima, la confianza en uno mismo se gana y no se regala. Se fortalece gracias a méritos y logros propios y no por un falso enaltecimiento de su autoestima diciéndole: "Hijito, eres el mejor de todos":

   Nuestros hijos no son tontos y no los podemos engañar. Saben perfectamente que par obtener un trofeo se necesita esfuerzo, trabajo duro, persistencia a pesar de las dificultades y aburrimiento, y tolerancia a las frustraciones, pero cuando lo obtienen sin merecerlo aprenden a vivir en su zona de confort y se dicen: "¿Para qué me esfuerzo? Con él o sin él me lo van a dar".

   Enseñemos a nuestros hijos que la vida es hermosa, pero hay que merecerla y ganarla con coraje y aprender que caer no es sinónimo de fracaso o trauma sino de una oportunidad para crecer y ser felices.

Jesús Amaya.

Espero que estas palabras lleguen a tu corazón y te guíen en la crianza de tu(s) hij@(s).

Aspectos generales para cuidar la autoestima (parte 3 de 3)

En consonancia con las dos publicaciones pasadas relacionadas al tema de la autoestima, me queda un tercer elemento a revisar propiamente dentro del marco de la educación de los infantes en el seno del hogar.

El 90% de los padres de familia responden la pregunta ¿qué quieres para tu(s) hij@(s)? diciendo que quieren que sean felices. Entendiendo esta declaración como genuino deseo paternal (dudo que algún padre o madre de familia saludable, desee algo diferente para sus pequeños), por paradójico que esto suene, buscar la felicidad de los hijos y esforzarse por encontrarla y construirla es el camino más seguro para su frustración, carácter inconsistente y baja autoestima.

Las razones son fáciles; el padre de familia intencionado en generar felicidad para su hijo buscará por obviedad resolver sus conflictos y evitarle molestias o incomodidades. Cada cosa que tu hagas por tu pequeño le resta la posibilidad de hacerlo por él mismo. Evidentemente, y en especial cuando hablamos de niños en edad temprana, es natural que dependan un poco de sus padres, pero en la medida de lo posible hay que permitirles que resuelvan los retos que sus vidas les van planteando.

La labor del padre de familia debe de convertirse en la labor de un coach deportivo, por ejemplo. El coach desea que el deportista o equipo que entrena gane las competencias, ese es su lógico deseo, pero no puede meterse a la competencia por ellos. El coach le enseña como, le da técnica, le aconseja, le critica cuando el desempeño no es adecuado, incluso le disciplina cuando el comportamiento no es a la altura. El coach entonces permanece como un testigo mientras los deportistas compiten, esperando que todo lo trabajado sea puesto en práctica y funcione.

Esta es la correcta labor de padre de familia que de verdad busca generar una autoestima saludable en sus hijos. A nivel de crianza, esto tiene varias implicaciones, a decir, nuestra labor como educadores debe centrarse en promover y permitir el desarrollo de las capacidades a los niños. El padre de familia que "salta" a la solución de conflictos y retos a las primeras de cambio, inutiliza a los pequeños quienes no requieren poner sus recursos internos en juego.

Buscar constantemente actividades de entretenimiento, así como comprar demasiados juguetes o juguetes muy sofisticados impide el desarrollo de la creatividad, además de que tiende a producir niños exigentes. Una buena dosis de aburrimiento generará que el infante busque que hacer, sin depender de la electricidad, de las pantallas o la sofisticada parafernalia que nos entregan las marcas de juguetes actuales.

Es importante permitir que los niños se frustren en cierta medida (con esto no me refiero a deprivarlos o traumatizarlos), y que el padre, tutor o educador como indicación primera y consistente le diga: resuelve, manéjalo, ¿qué vas a hacer? Esto siempre como primera aproximación, y no brindar soluciones inmediatas a temas cotidianos.

Y por supuesto, corregir las conductas inadecuadas, sancionarlas por medio de acuerdos previos que sean respetados consistentemente, asegurará la capacidad de autorregulación de los niños.

Entiendo que los padres de familia normalmente les dicen sus hijos que son especiales, o muy inteligentes. Sin embargo, notemos que éstos elementos carecen de relevancia. Lo importante es al final lo que hacemos con nuestra inteligencia y con aquello que nos hace especiales, el simple hecho de serlo, no nos diferencia del resto.

 
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