Si quieres éxito en la vida, requieres estos tres valores (parte 2 de 3)

Una vez que queda establecida la importancia de una mentalidad y una cultura de esfuerzo para poder tener logros relevantes en la vida, ahora hablemos de la relación que establecemos con el entorno.

Debido a la rapidez con la que se vive en nuestras ciudades modernas y a la desconexión interpersonal que han perpetrado las redes sociales, hoy en día las relaciones tienden a ser superficiales. Las nuevas generaciones no han vivido la experiencia de entender algo para que este algo sea realmente amado.

En la sala de espera para entrar a la junta hay cinco o seis personas, todas pertenecientes al mismo equipo de trabajo, es decir, que se conocen. Todos tienen un smartphone en las manos y la vista clavada en la pantalla, aguardando a que la sala de juntas sea desocupada por el equipo anterior. Cuando aquellos salen de la sala de juntas, lo hacen con la vista puesta en sus pantallas a su vez, los que estaban aguardando entran a la junta donde se acomodan, sacan sus lap tops y se disponen a tomar notas y comentar los temas de la junta, al tiempo que revisan su Facebook e Instagram y actualizan su perfil en LinkedIn.

¿Qué clase de confianza, compenetración y vínculo deviene de la dinámica antes descrita? Las relaciones nacen y se fortalecen cuando en la antesala nos vemos a los ojos y nos preguntamos: ¿cómo va todo? Escuché que iban a operar a tu mamá, cuéntame ¿cómo se encuentra?, etc. Pero estas oportunidades se encuentran cada vez más inhibidas y escasas, las personas entonces sobrellevan sus relaciones, y tienen vínculos débiles con gente a la que ve diariamente y con la que no desarrolla ningún sentido de pertenencia o afinidad.

En este mismo sentido, analicemos la relación que establecemos con las actividades. Francis Collins, es un genetista que llevó a cabo, lideró y desarrolló gran parte de la investigación sobre el genoma humano. Cuando Collins era adolescente sus intereses se dirigían hacia los deportes, en concreto al beis ball, sin embargo, una lesión le impidió continuar con una carrera como beisbolista profesional. Mostró amplias aptitudes para las ciencias químicas y biológicas y logró una beca para estudiar en el MIT. Recordemos que las ciencias nunca fueron su primera opción, sino el lugar al que acudió como premio de consolación. Gracias a sus logros científicos, Collins fue nombrado por el presidente Barak Obama director del National Institute of Health, el presidente Obama siempre se refirió a Collins como uno de los mejores científicos del mundo.

En una entrevista con Ellen DeGeneres, Collins dijo que amaba la ciencia porque le había costado mucho tiempo de dedicación y esfuerzo, y que estaba convencido de que había logrado más como científico de lo que hubiera logrado como deportista. Durante la entrevista, Collins dijo que era la profunda comprensión de la genética, la reflexión constante, los cuestionamientos continuos lo que le habían llevado a desarrollar un profundo amor por ella, la dedicación, la compenetración. Terminó diciendo que además de su esposa, era la relación que más le había costado y retribuido. Es decir, que el esfuerzo y la dedicación habían llevado a Francis Collins a establecer una relación de absoluta intimidad con la ciencia genética, al grado que eso despertó en el un anhelo por conocer más y la sensación de logro y disfrute en su campo.

Es cierto que hoy en día las relaciones de intimidad con las actividades, cosas y personas son cada vez más escasas. En esta cultura de relaciones superficiales, la falta de intimidad nos genera una sensación de vacío y tristeza, de falta de pertenencia y abandono. Nada es importante, nada es relevante, la vida es en blanco y negro, cuando el color se lo pone el profundo e intenso afecto que podemos desarrollar cuando nos damos a la tarea de ver y conocer a alguien o algo.

La intimidad, y sus connotaciones afectivas, es el segundo elemento indispensable para una vida exitosa.

Si quieres éxito en tu vida, requieres estos tres valores... (parte 1 de 3)

Los grupos sociales son elementos vivos, aunque no lo parezca están en constante cambio, mismo que es difícil de reconocer dado que afecta a sus miembros quienes son los agentes mismos del cambio.

En este sentido hablemos de la comodidad. Hoy en día tenemos una vida más "cómoda" que las generaciones pasadas. Contamos con drenaje e instalaciones sanitarias, automóviles, aviones, asientos ergonómicos, escaleras eléctricas, elevadores, computadoras, calculadoras, sistemas automatizados cada vez más sofisticados, etc.

Lo que todo esto ha provocado ha sido una generación cómoda y floja, y desafortunadamente esta tendencia se hace cada vez más grave, más presente a medida que los avances tecnológicos nos ahorran esfuerzos.

Es en esta última palabra en donde se encierra la primera clave del éxito en nuestras generaciones presentes, el esfuerzo.

Veo crecer a nuestros niños en donde no saben esforzarse por las cosas que desean, ya no digamos por las que están obligados a hacer aunque no disfruten, vis à vis, la escuela. Estas criaturas renuncian fácilmente cuando quieren anotar un gol o avanzar en el nivel de su videojuego de moda. De hecho, cambian de videojuego con frecuencia y no los completan. ¿Qué podemos esperar de su desempeño escolar? ¿Qué podemos esperar de ellos como futuros profesionistas?

Esta cultura de la inmediatez, de lo fácil, de lo rápido, de lo sencillo, no entrena, simplemente no forma para la vida. Con esto no quiero decir que debemos aprender a pasarla mal, no, de ninguna manera, pero si queremos resultados en la vida, tenemos que aprender a esforzarnos por ellos.

Alan Schoenfeld es catedrático de matemáticas en la uniersidad de Berkley. Como maestro de matemáticas se ha dedicado a estudiar las variables que hacen a algunos alumnos mejores que otros en el dominio de las matemáticas. La clave se la dio una enfermera de nombre Renée, que le dedicó un periodo de 22 minutos a la resolución de un problema de matemáticas, en tanto, que los alumnos habitualmente oscilaban entre los 30 segundos y los cinco minutos antes de abortar la misión y pedir ayuda argumentando que la tarea era demasiado difícil.

Entonces Schoenfeld decidió abrir su horizonte de investigación y aplicó un examen de matemáticas a alumnos de las mismas edades en 17 países. Con absoluta contundencia los niños de Singapur, Taiwan, Japón y Hong Kong obtuvieron mejores resultados en los exámenes aplicados. Sin embargo, no era que los niños asiáticos fueran mejores, de hecho los niños occidentales ostentaban un domino similar en cuanto a conocimientos. La diferencia radica en que los niños asiáticos tienden a esforzarse más tiempo en la resolución de problemas con una media de 17 minutos en comparación con la de los niños estadounidenses, por ejemplo, que presentaron una media de 6 minutos dedicados a la solución de cada problema.

Entendamos que hay una diferencia cultural entre oriente y occidente que tiene sus raíces en estilos de vida distintos, pero el punto es que normalmente hemos creído que el nivel de desempeño matemático tiene que ver con un atributo innato, cuando la realidad de este estudio lo contradice completamente. Es el esfuerzo lo que permite un desempeño superior y por ende mejores resultados.

Las medallas de oro, los óscares, los trofeos, las condecoraciones y los diplomas son un resultado, un efecto. Lo que requieren, y yo me atrevería a decir, lo único que requieren, es un alto grado de esfuerzo previo para conseguirlos.

¿Te estás esforzando lo suficiente por tener la vida que quieres?

 
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