A lo largo de mis años como psicoterapeuta he observado a muchas personas hacer un esfuerzo sobrehumano por sostener una situación (entiéndase por situación una dinámica familiar, de pareja laboral, etc.), poco favorable o desagradable.
Normalmente invierten un alto monto de energía en sobrellevar incomodidades, agresiones (activas o pasivas), malestares y sufrimientos varios, en una queja perpetua pero carente de acciones de cambio o adaptación. A esta actitud yo la denomino Síndrome de Atlas.
Como lo refiere la imagen (Atlas es el joven titán al que Zeus condenó a cargar en sus hombros al cielo, Urano) las personas proclives a propiciar esta actitud de vida, se ven sometidos a un gran peso, incapacitados para toda acción por la enorme pesadumbre soportada. Ejemplos serían, los matrimonios infelices, los empleos insatisfactorios, la baja calidad de vida.
¿Qué es lo que motiva a las personas a seguir en estas dinámicas destructivas y dolorosas? Normalmente el miedo al cambio. Cuando a estas personas se les plantean opciones para transformar su realidad, están llenas de razones contra-argumentales, entiéndase, pretextos: si el matrimonio es desavenido, divórciese, Oh no, los hijos, ¿quién me va a mantener?, tendría que buscar ayuda legal, va a haber una pelea y no lo deseo, ¿qué pensará mi familia si nadie se ha divorciado?
Y como este ejemplo, todos. No desconozco que las situaciones son pesadas y difíciles de sobrellevar, sin embargo, la resistencia al cambio se hace perpetua. La queja se vuelve el modo de relación frecuente de estas personas y los pretextos para no moverse proliferan. En suma, la ganancia de permanecer en la situación de conflicto es más elevada que el costo mismo de la situación.
Las ganancias asociadas son varias, puede ser mantener una situación económica o familiar relativamente estable (incómoda pero estable), miedo a lo novedoso, la mirada compasiva o solidaria de los demás, la comprensión y la justificación del grupo, etc. En suma, la comodidad es aquello que impide el cambio, es la gran ganancia que no nos permite romper con las dinámicas destructivas. La comodidad incómoda de una vida infructuosa y el cuestionable placer asociado de quejarse y resentirse por ello como si la queja sirviera de algo,
Recuerda la imagen de Atlas, inmóvil y aplastado por el agobio del mundo a cuestas. Esa es la vida que te espera si no te armas de valor para abandonar la comodidad que te rodea en sus aspectos poco funcionales.
Normalmente invierten un alto monto de energía en sobrellevar incomodidades, agresiones (activas o pasivas), malestares y sufrimientos varios, en una queja perpetua pero carente de acciones de cambio o adaptación. A esta actitud yo la denomino Síndrome de Atlas.
Como lo refiere la imagen (Atlas es el joven titán al que Zeus condenó a cargar en sus hombros al cielo, Urano) las personas proclives a propiciar esta actitud de vida, se ven sometidos a un gran peso, incapacitados para toda acción por la enorme pesadumbre soportada. Ejemplos serían, los matrimonios infelices, los empleos insatisfactorios, la baja calidad de vida.
¿Qué es lo que motiva a las personas a seguir en estas dinámicas destructivas y dolorosas? Normalmente el miedo al cambio. Cuando a estas personas se les plantean opciones para transformar su realidad, están llenas de razones contra-argumentales, entiéndase, pretextos: si el matrimonio es desavenido, divórciese, Oh no, los hijos, ¿quién me va a mantener?, tendría que buscar ayuda legal, va a haber una pelea y no lo deseo, ¿qué pensará mi familia si nadie se ha divorciado?
Y como este ejemplo, todos. No desconozco que las situaciones son pesadas y difíciles de sobrellevar, sin embargo, la resistencia al cambio se hace perpetua. La queja se vuelve el modo de relación frecuente de estas personas y los pretextos para no moverse proliferan. En suma, la ganancia de permanecer en la situación de conflicto es más elevada que el costo mismo de la situación.
Las ganancias asociadas son varias, puede ser mantener una situación económica o familiar relativamente estable (incómoda pero estable), miedo a lo novedoso, la mirada compasiva o solidaria de los demás, la comprensión y la justificación del grupo, etc. En suma, la comodidad es aquello que impide el cambio, es la gran ganancia que no nos permite romper con las dinámicas destructivas. La comodidad incómoda de una vida infructuosa y el cuestionable placer asociado de quejarse y resentirse por ello como si la queja sirviera de algo,
Recuerda la imagen de Atlas, inmóvil y aplastado por el agobio del mundo a cuestas. Esa es la vida que te espera si no te armas de valor para abandonar la comodidad que te rodea en sus aspectos poco funcionales.
