El Síndrome del Ángel de la Independencia

"La perfección es como un camino pavimentado, se puede caminar cómodamente en el pero nada vivo crece ahí"
                                                                                                         Vincent Willem  van Gogh

El esfuerzo por tener todas las cosas en orden, en claridad, la búsqueda de la perfección. Convertir la perfección en meta, un error común, especialmente en padres de familia y educadores. El repudio al error, la satanización de la equivocación y el no diferenciar los actos de las personas son sus componentes más frecuentes.

La perfección por definición es un ideal, y como tal, por obviedad es inalcanzable. Es correcto y adecuado orientar nuestras vidas con respecto a ideales, siempre serán buenas guías, sin embargo, pocas cosas resultan más dañinas que convertir los ideales en metas. La búsqueda incansable de lo inalcanzable produce un profundo desgaste.

La perfección como meta produce rigidez, la falta de flexibilidad lleva al cansancio y a la frustración. Adicionalmente, en la posibilidad del error, de la falla, de la equivocación, encontramos las mayores posibilidades de aprendizajes. Con esto no quiero decir que el error y la falta de cuidado son sinónimos de funcionalidad, sino que cuando lo cancelamos como posibilidad humana, la tensión y el stress son el único resultado.

La imagen que mejor representa lo que esquematizo en este texto es el Angel de la Independencia. Ese hermoso monumento que corona la Avenida Paseo de la Reforma. Es imponente, dorado, dominando el entorno, majestuoso y espectacular, y se encuentra completamente solo. Esa es la perfección y sus efectos en su máxima expresión.

En nuestra institución se dice: "un salón de clases en donde todos los alumnos están callados trabajando es un salón de clases en donde nadie está aprendiendo", el aprendizaje es vida, es movimiento y el movimiento y la vida generan ruido, desorden, experimentación y por supuesto, errores. Errores como posibilidades de aprendizaje, no errores inconscientes, sin objetivo ni fin.

Hago un simil con la vida, no aspiremos a la perfección sino a un equilibrio. No estamos aquí para ser perfectos, estamos para ser mejores y eso implica reconocer nuestras posibilidades de mejora. Es en  el reconocimiento de mis áreas de posibilidad que se abre mi oportunidad de crecimiento y bien estar, es decir, renunciando a mi posibilidad de perfección personal.

Veamos la perfección como una aspiración deseable, no como un objetivo a alcanzar, la flexibilidad de la experimentación es el camino hacia el bien estar.


 
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