Para facilitar la expresión emocional en los niños.

Psicológicamente encontramos con frecuencia que el problema más agudo para las personas no es tanto la vivencia de experiencias difíciles sino la vivencia de las mismas en soledad. El silencio lastima más que los hechos.

El primer camino para evitar que las experiencias que podemos llamar traumáticas trasciendan, es el hablarlas y compartirlas. Pero ¿cómo va un individuo a compartir un momento difícil y lo que ello le representó si no puede ni siquiera platicar de lo cotidiano que vive?

Es nuestra labor como educadores, facilitar a los niños el proceso para que compartan su mundo interno en un proceso de libre comunicación. Y entendiendo que los niños aprenden más de lo que ven y viven que de lo que se les dice y escuchan, nuestra primera responsabilidad es revisar nuestros propios procesos de comunicación adulta. ¿Qué tanto me comunico? ¿Qué tan cómodo me resulta hablar de mi? ¿Qué tanto confío en el entorno para ser recibido(a)? ¿Entiendo mis procesos emocionales? ¿Puedo hablar de ellos?

Hace poco tuve una entrevista con los padres de una niña pequeña. Como familia estaban atravesando una situación difícil y específicamente la madre estaba muy triste por lo que ocurría en su familia de origen. Cuando les pregunté con qué información contaba la niña, me dijeron que con ninguna, y que no se hablaba del tema en su presencia porque no querían que los viera llorar...

Esta es una afirmación frecuente entre los padres de familia: "no lloro frente a mis hijos porque quiero que me vean fuerte", "no les hablo de lo que me duele o preocupa porque no quiero angustiarlos". Este ejercicio de protección que llevamos a cabo con los niños, por muy bien intencionado que se geste tiene un resultado casi podríamos decir que perverso.

De entrada entendamos que los niños tienen un altísimo nivel de percepción y que cuando "algo pasa" si bien, no saben qué es ese "algo" en lo concreto, si tienen conciencia de que existe un proceso anormal en el núcleo familiar. Cuando un niño percibe un movimiento convulso en su familia sin que se le de la iformación, tiende a angustiarse, como cualquiera lo haría cuando no cuenta con la información suficiente para comprender su entorno. Por otro lado, el niño percibe el silencio de los padres como una elección funcional, por ende, aprende que hay ciertas emociones de las que "no se debe" hablar dado que lo ve en mamá y papá y como consecuencia, calla agravando la distancia, soledad y la gravedad de las situaciones que se presentan como explicaba al inicio de este texto.

La comunicación asertiva es el primer paso para el correcto procesamiento de las experiencias, y en este mismo sentido me gustaría citar para ti, padre, madre de familia que has llegado hasta este punto, las palabras de Louise Hay, una de las más importantes representantes del llamado "nuevo pensamiento":

Cuando le abres al mundo tus heridas, lo acercas.




 
LEVY INTEGRA © 2012 | Designed by LogosDatabase.com, in collaboration with Credit Card Machines, Corporate Headquarters and Motivational Quotes