Tips de cuarentena... mis hijos están cada vez más rebeldes (parte 1 de 2).

Varios padres de familia se me han acercado con esta consigna:

"Mis hijos están cada vez más rebeldes", "He intentado de todo, los castigo, los premio, les pego y no logro que hagan las cosas", "Es un pleito constante que hagan la tarea o que ayuden en casa", "simplemente no le pone atención a la maestra y me la paso peleando con él" y la lista sigue.

¿Te suena conocido?

Esta situación tiene al menos dos vertientes a considerar, la primera es lo que se privilegia al momento, la segunda es la manera de poner los límites, me explico:

Antes de la contingencia que nos tiene a todos encerrados tu hijo(a) salía de la escuela, te veía con gusto y se iban a casa. Si mostraba algún comportamiento que tu juzgabas inadecuado rápidamente lo reprendías, dependiendo del grado de la transgresión y (seamos honestos) de tu estado de ánimo el regaño y/o castigo eran mayores o menores. Y así funcionaban en un delicado equilibrio entre convivencia armónica y límites formativos. Sabía que había que frustrar a tus querubines hasta cierto punto y que pronto ser recuperarían de las consecuencias que se hayan determinado.

¿Pero qué pasa ahora? Los límites no son respetados. El grito no surte efecto. El castigo le vale. Y la familia se encuentra atrapada en una dinámica que cada vez se torna más violenta dado que mamá y papá han tenido que incrementar la intensidad y frecuencia de los regaños, castigos e incluso golpes. Ahora estamos cansados de tener que pelear todos los días varias veces al día. ¿Qué pasa?¿Cómo lo resuelvo?

Tengamos en cuenta algo que no es tan obvio si no lo analizamos con detenimiento. El hecho de que yo busque que mi hijo se comporte adecuadamente, pida las cosas por favor, haga sus deberes de manera adecuada y coopere con las tareas del hogar es un objetivo, en tanto que la armonía familiar es una variable separada y no siempre son compatibles entre sí. Educamos a los niños para en un futuro tener una armonía familiar y una estabilidad emocional, pero el día a día eso no pasa siempre. Muchas veces, y yo me atrevería a decir: casi diario, somos capaces de sacrificar la armonía familiar por corregir, limitar, en suma, educar a los niños. Son momentos duros, incómodos, de tensión y fricción pero eran pasajeros porque podíamos salir a trabajar, los niños se iban a la escuela, en ese transcurso mientras estoy en el súper, platicando con mis amigas o en junta en la oficina yo puedo elaborar los hechos de ayer por la tarde y mi hijo(a) lo hace a su vez jugando con sus compañeros, platicando con sus maestros. Las actividades en separado nos ayudan a elaborar los conflictos diarios, nos vemos con gusto después de una separación de algunas horas y podemos hablar con calma de lo ocurrido ayer o simplemente continuar como si nada hubiera ocurrido.

Sin embargo, hoy estamos encerrados con la fuente del conflicto 24/7, no tenemos espacios de elaboración y el cansancio de que mamá y papá estén encima mío mientras tomo clase, mientras hago la tarea, mientras veo tv, mientras como, mientras hago del baño, mientras duermo, se transforma en hartazgo. Los niños se quedan sin margen de negociación y gestión de sus emociones y deseos, todo el tiempo están contigo recibiendo indicaciones y cuando un niño se ve sin alternativas toma la única opción a su alcance: manda todo y a todos al cuerno. Piénsalo bien, no tiene como ganar una sola, no tiene como salirse con la suya una sola vez, no tiene margen de acción, se harta y por rendición te reta.

Toma en cuenta que entonces hay dos objetivos aquí metidos, uno es que el niño haga las cosas adecuadamente, otro es la convivencia familiar. Y en el pasado, pudiste fácilmente sacrificar algunos momentos de convivencia armónica privilegiando el primer objetivo. Hoy encerrados entre cuatro paredes todos los días, todo el día, este modelo puede llegar a ser altamente costoso. Hoy toca privilegiar la convivencia familiar y sacrificar el que se hagan las tareas o se coopere con la casa cabalmente, está bien que insistas en que se hagan las cosas pero en el fondo sabes que debes de ser más tolerante y hacerte de la vista gorda si quieres tener una tarde de paz y armonía. Invierte tu ecuación algunas veces cuando sientas que la situación está demasiado tensa y lo que estás haciendo ya no funciona.

Si logras acomodar que los niños no siempre pongan atención o dejen de hacer una que otra tarea vas a reducir un alto monto de presión en el vínculo, se reducirán las peleas y por supuesto mejorará la convivencia. Después, con tiempo y calma podemos hablar de las cosas que no nos van gustando y hacer acuerdos para mejorarlas, pero por ahora el primer punto es reducir la tensión en búsqueda de una convivencia familiar más armónica.

Continuará...

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